Texto NURIA PEREA
Según la RAE una víctima es “la persona que padece daño o ha muerto por causa ajena o fortuita”. Claro, que esta definición puede sufrir algunas variaciones en relación al género de quien la padece, sobre todo cuando éste es el femenino. En ese caso, el nacimiento como “segundo sexo” es “ la causa ajena o fortuita” que condena y convierte en víctima. Las consecuencias de ese papel tienen múltiples formas y varían en función al entorno, religión o situación geográfica. A veces están recubiertas de un fino manto de libertad que parece proteger y en otras, simplemente, su peso transforma a la mujer en un objeto sobre el que los otros- terminado en “o”- tienen capacidad de decisión, amparados por un sistema tan antiguo como Adán y Eva: el patriarcado.
Deniz Gamze Ergüven, directora francesa de origen turco, nos cuenta en Mustang la historia de cinco hermanas turcas en plena pubertad, quienes, mientras se ubican en su propio sexo, se convierten en víctimas, por obra y gracia de las miradas de sus vecinos. Con esta descripción, podríamos estar ante la historia de las hermanas Lisbon en “Las virgenes suicidas”, pero, por suerte para todos, no es así. En lugar de cinco pánfilas adolescentes (de las que me enamoré perdidamente, sí) que, fútiles e inertes, existen solo en virtud de los deseos y ensoñaciones de sus iguales con pene, nos situamos ante cinco hermanas dispuestas a luchar contra la condena que llevan entre las piernas.
Esta película nos aleja de la tristeza impostada y la falsa luminosidad indie de la obra de Sofía Coppola. En su lugar, nos traslada a un mundo honesto, puro y brillante, en el que el humor que subyace en la tragedia y lo poético de cada fotograma nos hacen olvidar lo truculento y desgarrador de una historia real para miles y miles de mujeres en el mundo. Las hermanas turcas son las vísceras de la Adela lorquinana, hija de Bernarda Alba. Y es, precisamente el personaje de Lale -en Mustang, la hermana menor- quien más encarna la libertad de Adela. Ella, espectadora del destino de sus hermanas es quien decide tomar las riendas de su vida y da el paso definitivo de víctima a heroína. Ella es la manera en la que las víctimas del género deben ser vistas: como supervivientes de su condición.