+Texto MªJOSÉ REQUENA+
Segunda novela de Pablo Tusset, autor de la popular Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, fue publicada en 2006 siguiendo la línea de historia policíaca que tanto éxito le daría la primera.
Con un título que parece imitar a la de la universal En el nombre de la rosa de Umberto Eco, el libro comienza con un hallazgo macabro: una mujer aparece descuartizada en el matadero de un perdido pueblo de montaña; en su boca una nota que reza “En el nombre del cerdo”.
A partir de aquí comienza la trama. Pero no esperemos una historia intrigante, de ritmo rápido o frenético hasta hallar al culpable. Al asesino se le descubre al final, como no podía ser de otra manera pero antes de ello, la historia lleva un discurrir más bien lento y a veces aburrido.
El libro se desarrolla en tres partes emulando el cuadro El jardín de la delicias de El Bosco: el Paraíso, el Mundo y el Infierno. A través de ellos iremos descubriendo a los dos personajes principales, el comisario Pujol y un enigmático T cuya personalidad nos desconcertará en gran manera. Esos tres lugares se traducen en el argumento en tres localidades reales como son Nueva York, la ciudad (de nombre desconocido) donde vive y trabaja el comisario y el pueblo donde ha ocurrido el asesinato, respectivamente.
El escritor parece olvidarse del tema principal para describirnos de forma bastante detallada el transcurso de las vidas rutinarias de sus actores principales, alejándonos del fatal y siniestro descubrimiento con el que da comienzo la historia. Tusset se detiene minuciosamente en dibujar la vida cotidiana del comisario y la relación con su esposa. Así como la historia de amor vivida por T en la ciudad de los rascacielos y posteriormente sus vivencias en San Juan del Horlá, lugar del crimen cometido adonde posteriormente es destinado para desentrañar quién es el ejecutor del homicidio.
Pero no nos engañemos: ambas historias confluirán más allá de la mitad de la novela para precipitarse en un final sin mucho sentido. Parece que el ritmo pausado empleado durante todo el tiempo, se acelera hasta llevarnos a un desenlace, sin duda, precipitado y bastante forzado.
Sí es de merecer lo bien construidos que están cada uno de los personajes, definidos con gran hondura psicológica, y son simpáticos los guiños a menciones de películas y artistas o grupos de música actuales que recorren el libro. Como rasgo distintivo de Tusset, el humor y la ironía planean durante gran parte de la trama, aligerando a veces la pesadez del asunto. Aún así es justo decir que el autor escribe bien y sabe cómo contar una historia aunque parezca que se pierda al tiempo que ésta avanza. Su intención tiene, claro está.
Bajo el seudónimo de Pablo Tusset se esconde un informático nacido en Barcelona que responde al nombre de David Homedes Cameo. Saltó a la fama gracias al éxito que alcanzó con su primera novela, Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Fue traducida a varios idiomas inmediatamente y llevada al cine por Paco Mir protagonizándola Pablo Carbonell. Luego llegaría En el nombre del cerdo en 2006, Sakamura, Corrales y los muertos rientes en 2009 y dos años más tarde se editaría su última novela hasta el momento, Oxford 7.
Su escritura sencilla va acompañada siempre del humor y la ironía con la que el escritor tiñe sus relatos y ahonda en multitud de temas que discurren por sus historias pasando por el psicoanálisis y el esoterismo para ofrecernos un chasqueado y cínico retrato de la sociedad de la que formamos parte. Como dato curioso, Tusset evita todo contacto con la prensa y se niega a conceder entrevistas ( ¿un J. D. Salinger español?) por lo que no trasciende nada de su vida personal ni de la forma en la que inventa sus historias.
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