+ Texto PEDRO MORA / Fotografía CHESCO LÓPEZ
–
El traje de la graducación o aque´jersey rojo que me compré en París. Aún me aguantan conciertos las Converse blancas de Camdem y, cuando se estropea la calefacción, sigo acudiendo a la sudadera que olvidaste la última vez.
Ayer me llegó tu postal, pero para recordar nuestro primer beso solo tengo que ponerme tu camiseta. Quizá pienses que soy un sentimental, pero se me haría muy difícil deshacerme de unos objetos tan valiosos para mi. Ya sé que siempre te pareció algo absurdo darle tanta importancia a cosas materiales, pero yo lo veo de forma diferente. Al fin y al cabo he vivido con ellos. ¿Por qué piensas que siempre llego tarde? No me llames presumido, llámame previsor.
Siempre he intentado luchar por vivir los recuerdos que de viejo me gustaría tener, por eso intentaba crearlos de la mejor manera posible. No se trata de comprar una camisa para una fiesta, sino de comprar la camisa con la que viviré tu primer cumpleaños juntos. Ya han pasado, al menos, un par más desde entonces, pero aún conservo el pañuelo que te regalé. Pasado el tiempo puedo decirte que sé que no te gustó nada y que por ello me lo prestabas sin protestar. Que te ahogaba me decías.
Pero la cosa no queda ahí, es mucho mejor porque son recuerdos vivos y mutantes. Creo que nunca lo supiste, pero la camiseta de rayas que tanto te gustaba fue un regalo. Un antiguo souvenir podría decirse. Por eso el chubasquero amarillo pasará a cubrirme otras lluvias y volverá a la vida, tal y como han vuelto los estampados tropicales son que nadie los hubiera llamado.
Y, si te preguntas a qué viene todo este rollo, que sirva como excusa para que sepas que jamás te devolveré tu ropa.
No Comments