+ Texto ANTONIO M. CHICANO +
Como una colcha de patchwork, así es la nueva película de Ramón Salazar. Retazos de tejidos distintos, con algún elemento en común, color, estampado… que a primera vista parecen desordenados, sin sentido, pero cuando empiezas a alejarte y ver el conjunto, todo encaja y emerge un dibujo armónico, formas… una obra completa.
Hace algunas semanas vi al director en el programa de Alaska, y le creo, se ve que ha hecho la película que quería y le apetecía hacer, en la que creía, una película (cuantas veces se repetirá esto en las críticas) atípica en el cine español, bueno, no solo en el español, diría yo. Lo que pasa es que a veces parece que todo el cine que se hace fuera es más artístico, más poético…qué sé yo, y no es para nada cierto. A ver cuando dejamos de pensar de esa manera. No será porque no hay auténticos rollazos extranjeros.
En fin, a lo que iba. Este hombre ha hecho una película de la manera que le apetecía, y por lo que parece sin mucha o ninguna ayuda de las oficiales. Lo cual demuestra que cuando hay ganas y empeño se hacen las cosas. Y sacrificios, seguro, pero es que si no luchas por lo que crees ¿qué?, y si no haces sacrificios por lo mismo ¿qué? De acuerdo, no todos podrán hacerlo por mucho empeño que pongan o ganas, siempre hace falta dinero. Nadie es perfecto.
No voy a contar de qué va la película porque hay que verla. Y es que hay que verla, es una historia contada con imágenes, miradas, las palabras justas, la música necesaria. Es cierto que en ocasiones pueda ser un poco excesiva, pero esos momentos no ocultan la belleza de la historia y de cómo está contada, y cómo nos dice que hay que abrir bien los ojos, y estar atento, porque a lo mejor resulta que las cosas que están por venir hay que buscarlas justo en el sitio donde quizás no has mirado nunca…
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