+ Texto PABLO P. CAMPESINO +
Da la sensación de que cualquier libro de Baricco podría ser parte de alguna de sus otras obras. Historias dentro de las historias, apuntes sobre personajes. Hay una especie de ‘’todo vale’’ muy bien estudiado y es esto, junto con otros elementos (la forma de hinchar frases como globos de manera preciosista, que todos y cada uno de sus personajes tengan algo único, normalmente extravagente, que les define…) lo que hace reconocible la manera de afrontar un libro de éste escritor Italiano.
Con mucha más miga que Seda, más personajes en los que repartir peso que en el magnífico City y algo alejado de su último título Emáus, 2011) encuentro en Tierras de Cristal el que tal vez sea mi libro favorito de Alessandro Baricco. Me cuesta nombrar al enorme Océano Mar, porque podría enzarzarme en líneas contra mí mismo sobre cuál es realmente mi favorito. Depende del momento, no? Como casi todo.
Pero es cierto que es en este título en el que encuentro los pasajes que más despertaron algo en mí. Algo, sí´.
Una ciudad inventada que nos sitúa a las puertas de la revolución industrial, un pueblo más bien. Con su señor rico, su mujer guapa, la anciana oficial del mismo, los niños, el músico, etc, etc. Todo normal. Y todo al borde de lo surrealista.
Cada paso que nos obliga a hacer para adentrarnos en el funcionamiento que cada uno de estos personajes (porque sí, el libro es un libro de personajes, de su pasado, de su presente y de su futuro) supone una vuelta de tuerca. Y de qué manera. Durante diez páginas puedes estar leyendo una amable descripción sobre cualquiera de los habitantes de Quinnipack, casi acostumbrarte y perder esa certeza de que estás, efectivamente, leyendo. Dejarte mecer, hacerte a ellos, confiarte. Pero siempre hay un mazazo. Siempre. Es lo que me inquietó y me atrapó de Tierras de Cristal desde el primer momento. La brutalidad con la que se resuelven algunas situaciones aparentemente inofensivas, la manera de encarar asuntos que todos vivimos pero llevados al extremo. O no tanto. Tal vez cuesta leer sobre algo que sí está en nuestro día a día de una manera a veces descontextualizada, a veces metafórica, a veces de manera tan cruda e inesperada que es mejor pensar en otra cosa y dar carpetazo al libro hasta otro momento.
No hay que tomarse Tierras de Cristal al pie de la letra. No creo que haya que intentar entender las extrañas inquietudes de sus extraños personajes. La clave es dejarse perder, Baricco te ubica cuando es necesario. Y es entonces cuando atas cabos. Y ese es un momento muy bonito. O tal vez no ates cabos de ninguna manera. Y ese es un momento más bonito todavía.
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