Texto ARACELI MARTÍN CHICANO
En el Imperial War Museums y hasta el 24 de abril podrás visitar la exposición de la fotógrafa Elizabeth (‘Lee’) Miller (1907-1977), una de las fotógrafas de guerra más importante. Sus fotografías de la segunda guerra mundial dan una íntima visión de los duraderos efectos de la guerra en la vida de las mujeres británicas y europeas.
Lee fue violada cuando era una niña y explotada sexualmente por su padre, ambos traumas tuvieron un impacto que le duraría toda la vida. Comenzó a trabajar como modelo en Vogue en 1927 y llegó a estar muy interesada por el surrealismo, convirtiéndose en musa y amiga de los artistas más influyentes de la época, como Man Ray y Pablo Picasso, cuya influencia también jugó un importante protagonismo en su futura fotografía.
Lee llegó a trabajar de prácticas como asistente en Vogue Britain en 1939 y llegó a ser fotógrafa un año más tarde. La destrucción del Blitz le ofreció una nueva oportunidad para su fotografía surrealista, así como el avance de la guerra consiguió que su estilo llegara a ser cada vez más experimental. Cambió la fotografía de estudio a la de reportaje y en diciembre de 1942, Lee se convirtió en una de las cuatro fotógrafas acreditadas como corresponsales de guerra. Sin embargo, solo tuvo acceso a Europa después del D-Day, pero fue dirigida lejos de la línea de batalla. Cubriendo el trabajo de las enfermeras del hospital que se encontraban cerca de Omaha Beach.
En 1944 Lee ganó el acceso a la primera línea de batalla y fue la única reportera que presenció el asalto estadounidense sobre la fortaleza de Saint Malo. Acompañó al ejército estadounidense mientras viajaban por Europa y fue testigo de la devastación de la guerra y el descubrimiento de los horrores del régimen nazi.
Sus reportajes la convirtieron en una celebrity en Gran Bretaña y Estados Unidos, pero su experiencia en la guerra la dejaron exhausta y emocionalmente frágil. En 1946 volvió a Gran Bretaña.
Aunque intentó luchar con su pasado, tuvo problemas con el alcohol y sufrió depresión. Después de su carrera como fotógrafa, estudió en la escuela de cocina Cordon Bleu en París y se dedicó a viajar por todo el mundo investigando nuevas técnicas y recetas, las cuales fueron publicadas en Vogue Britain.
Rara vez hablaba de su carrera como fotógrafa de guerra y no fue hasta su muerte, en 1977, cuando su hijo descubrió todo su trabajo escondido en el ático de su casa familiar.