+ Texto LUIS MARTÍN MENDOZA +
Existe un determinado tipo de películas, muy especiales, en las que a través de los ojos de un niño nos introducimos en un mundo en el que lo fantástico y lo real están entrelazados y las cosas que son díficiles de explicar en una dimensión encuentran respuesta en la otra. Algunas cosas se entienden mejor cuando uno es pequeño. Sobre todo en lo que concierne a lo más básico de la existencia. Como dice Hushpuppy (Quvenzhané Wallis), el universo se encuentra en equilibrio porque todo está unido. Si la pieza más pequeña se rompe, todo el universo está en jaque. Por eso suceden las tormentas, se deshielan los glaciares y despiertan las bestias prehistóricas del sur salvaje. A lo mejor hemos estropeado demasiadas piezas del puzzle como para volver atrás.
Estamos tan absorbidos por nuestras costumbres que nos cuesta comprender otras maneras de vivir. Puede que no entendamos la vida más allá de las convenciones en las que hemos crecido. Puede que nuestra felicidad y nuestro mundo dependan de encontrar un trabajo, salir el fin de semana, formar una pareja (o no), etc. Y por eso quizá sea difícil empatizar con un mundo en el que lo esencial es comer, crudo si se precia, aprender algunas lecciones vitales, subsistir y poco más. Con esa buena voluntad de algunas culturas de llevar nuestras costumbres más allá de nuestras fronteras no alcanzamos a entender otra manera de existir que no sea la propia. La forma en que Hushpuppy es criada por su padre resulta grotesca en buena parte de la película. Seguramente nuestra actitud al inicio sea la de compadecernos de ella y de la manera miserable en la que viven estas gentes. Sin embargo, a medio camino, puede que sin darnos cuenta hayamos cruzado al otro lado y comprendido que lo más esencial de la vida es igual para todos. Todo lo que vive tiene un corazón que late y todo muere en algún momento. Las cosas que más importan son las más esenciales. Todo el mundo vive en su propio universo que al final no es más que una versión distinta de lo mismo.
A veces necesitamos que sea una niña la que nos recuerde estas cosas. Y a veces necesitamos que alguien como Quvenzhané Wallis interprete a esa niña. Por eso espero que ganes.
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