+TEXTO Ernesto Artillo+
Coger una marca altamente susceptible de producir el bostezo colectivo y sin embargo hacer de ella un Ave Fénix capaz de subirle la bilirrubina hasta a los pipiolos más fashionistas con su runway, es de premio. Así que este post va para Marc, Marc el de Bang en pelotas, el de Bob Esponja, el del novio porn star, Marc Jacobs… por lo bien que nos sienta cuando nos enseña una nueva entrega de Louis Vuitton, como la que se ha presentado hoy para la colección SS13 en la Paris Fashion Week. ¡Bien hecho tio!
Para aumentar las referencias al caso podría recordar al otro que desmontó y montó de nuevo el axioma del hombre con Dior homme, sin embargo la fallida erección que nos produjo hace dos días con su esperado debut para Saint Laurent, hará que solamente declare que me siguen gustando los blancos y negros de su diary.
Centrándome en lo que aquí nos ocupa, un ¡hurra! por el setenterismo pasado por escalera mecánica de Louis Vuitton. Cuadros, cuadros calados, cuadros que se convierten en negros brillantes sin cuadros y en flores. El espíritu de una Sedgwick parida en el minimal retrofuturista ha bajado las escaleras varias veces acompañada por su ego, o por su mejor amiga, por la cara b de su outfit, casi de la mano. Y así, bien acompaña, nos ha paseado de un ajedrez amarillo a otro marrón y otro blanco, haciendo evolucionar una colección heterogénea pero contundente en su unidad. Un desfile en mayúsculas como los que queremos ver en París, de esos que construyen con poleas de sobriedad bien entendida y buena dosis de talento un espectáculo memorable.
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